Cuando me amé de verdad

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Cuando me amé de verdad

comprendí que en cualquier circunstancia,

yo estaba en el lugar correcto,

en la hora correcta,

y en el momento exacto,

y entonces, pude relajarme.

Hoy sé que eso tiene un nombre ...

Autoestima

Cuando me amé de verdad,

pude percibir que mi angustia,

y mi sufrimiento emocional,

no es sino una señal

de que voy contra mis propias verdades.

Hoy sé que eso es …

”Autenticidad”

Cuando me amé de verdad,

dejé de desear que mi vida fuera diferente,

y comencé a ver todo lo que acontece,

y que contribuye a mi crecimiento.

Hoy eso se llama …

”Madurez”

Cuando me amé de verdad,

comencé a percibir

como es ofensivo tratar de forzar alguna situación,

o persona,

solo para realizar aquello que deseo,

aún sabiendo que no es el momento,

o la persona no está preparada,

inclusive yo mismo.

Hoy sé que el nombre de eso es …

”Respeto”

Cuando me amé de verdad,

comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable …,

personas,

situaciones,

todo,

y cualquier cosa

que me empujara hacia abajo.

De inicio mi razón llamó esa actitud egoísmo.

Hoy se llama …

”Amor Propio”

Cuando me amé de verdad,

dejé de temer al tiempo libre

y desistí de hacer grandes planes,

abandoné los mega-proyectos de futuro.

Hoy hago lo que encuentro correcto,

lo que me gusta,

cuando quiero,

y a mi propio ritmo.

Hoy sé que eso es …

”Simplicidad y Sencillez”

Cuando me amé de verdad,

desistí de querer tener siempre la razón,

y con eso,

erré menos veces.

Hoy descubrí que eso es la …

”Humildad”

Cuando me amé de verdad,

desistí de quedar reviviendo el pasado,

y preocuparme por el futuro.

Ahora, me mantengo en el presente,

que es donde la vida acontece.

Hoy vivo un día a la vez.

Y eso se llama …

”Plenitud”

Cuando me amé de verdad,

percibí que mi mente puede atormentarme,

y decepcionarme.

Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón,

ella tiene una gran y valiosa aliada.

Todo eso es …

”Saber Vivir”

No debemos tener miedo de confrontarnos,

hasta los planetas chocan,

y del caos

nacen muchas estrellas.

Charles Chaplin

Superación Personal: Volver a empezar

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Una y otra vez

- No aceptes el desaliento; derrotalo y ponen juego tu propia superación personal y vuelve a empezar.

- Observa a los pájaros. Después de una noche de lluvia y fuerte viento, por las mañanas están sus nidos destruidos lejos de los árboles… Cuando hay que podar lo árboles, ¿quién se acuerda de los pájaros? Se quedan sin nido…

- Pero, seguramente, les oyes cantar. Aún con el nido destruido, animosos, acarrean material para construir otro. Tal vez mejor, tal vez más fuerte…

- Por su nido caído y destruido, quizás los pájaros habrán callado un momento. ¡Solo un momento! De qué sirve llorar frente a las ruinas. Hay que empezar de nuevo…

- Pronto, el nuevo nido estará armado y, si otra tormenta llegara a derribarlo, una y mil veces volverán a construirlo…

- Piensa que con tu manera de actuar puedes vivir un bonito presente y construir las bases para un futuro prometedor.

- Admira a los pájaros por su afán esperanzado. ¿Qué otra cosa es la esperanza sino el negarnos a los golpes de la adversidad? ¿Qué otra cosa es la esperanza sino el modo interior de creer en un mañana mejor?

- Cuando una ilusión muere, sigue abrigando nuevas ilusiones y, por más que te golpee la vida, no claudiques. Fortalece tu esperanza, ármala de nuevo y vuelve a empezar…

- Si tus anhelos son justos, si no dañan a nadie los sueños que te impulsan, insiste una y otra vez, algún día alcanzarás el triunfo.

Consulta: Personas Prepotentes

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PERSONAS PREPOTENTES

Últimamente coincido con aquellas personas prepo­tentes hacia los demás: en el trabajo, entre conocidos e, in­cluso, en el ámbito familiar. Acostumbran a bromear sobre -otras personas sin tener en cuen­ta cómo pueden sentirse ante sus comentarios. Su actitud me resulta ofensiva y, en estos ca­sos, siempre dudo entre frenarlas o guardar silencio y no pres­tarles atención.

Marta - Sucre - Colombia

Estimada Marta: Buscando responderte, queremos hablarte de la ascertividad, un concepto que se sitúa a medio camino entre la pasividad y la agresividad. La actitud asertiva es aquella que defiende los espacios per­sonales sin atacar al otro y, al mismo tiempo, cuida la rela­ción con las otras personas sin someterse a su voluntad. Probablemente no estés res­pondiendo adecuadamente a estas ofensas porque las opcio­nes que se te ocurren caen en alguno de estos dos extremos. Si muestras indiferencia, tu actitud es demasiado pasiva y de­bes seguir soportando conduc­tas que te generan malestar. A nuestro parecer, no puedes quedarte muda ante esta situa­ción, no solo porque necesitas poner freno a actitudes que te disgustan sino también por­que al no hacerlo probablemen­te merma tu autoestima. Sin embargo, si reaccionas y les detienes, corres el riesgo de deteriorar la relación con personas de tu entorno con las que deberás seguir compar­tiendo espacios y actividades. Para encontrar una salida a tu conflicto, destina algún tiem­po a diseñar una respuesta aser­tiva para esta situación. Recuer­da: defiende el ámbito personal sin invadir el ajeno. Una sugerencia es que expli­ques abiertamente que ciertos comentarios te generan males­tar e incomodidad, pidiendo, de buena manera, que los evi­ten. Otra opción es relativizar sus comentarios utilizando un arma muy poderosa: el sentido del humor, que no so­lo te aliviará sino que, además, permitirá enviar el mensaje que deseas con cordialidad.

¿Cómo reconocer nuestros errores?

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Desarrollar la capacidad de reconocer y aceptar nuestras equivocaciones amplía nuestra visión de la realidad, nos impulsa a asumir nuestra responsabilidad y nos enseña, además, a reconocer la presencia de personas afectadas por las consecuencias de nuestras equivocaciones.

Oímos a diario frases como: "Cometer errores es humano", "Un error lo comete cualquiera", etc. pero, lo más importante, es que tengamos la disposición de asumir el compromiso de hacer cuanto sea necesario para corregirlos. Quienes somos padres, por ejemplo, muchas veces tememos reconocer nuestros errores frente a los hijos por miedo a perder la autoridad o el respeto por parte de ellos, cuando, en realidad, hacerlo sería una señal de sabiduría, humildad y amor.

Desde luego que no es sencillo aceptar nuestras equivocaciones, pues hiere nuestra autoestima. A veces nos da pena que otros descubran que hemos cometido un error; otras, quedamos paralizados por el miedo de volvernos a equivocar, o también puede suceder que en vez de asumir nuestra responsabilidad y reparar nuestros errores, busquemos culpar a alguien de ellos. En realidad, saber que tenemos derecho a equivocarnos y estar dispuestos a aprender de ello, nos da la libertad de ser auténticos, de tomar decisiones más acertadas y nos concede el permiso para atrevernos a realizar actividades nuevas con más seguridad y confianza.